CAJÓN PERUANO

COSTA PERUANA

 

DANZAS

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El Cajón Peruano, llamado por el Decimista (Autor de Décimas) peruano  Don Nicomedes Santa Cruz, "Su Majestad, El Cajón", nace y florece como instrumento a principios del siglo XIV, en que el empleo de este instrumento se generaliza en la forma que actualmente lo conocemos.

El percusionista se sienta sobre el instrumento y lo toca en su cara frontal con las manos, o dedos, según el tipo de sonido que quiere lograr. El cajón es quien lleva la base rítmica en un conjunto musical y es usual en la música negra, que el tema se vea interrumpido para darle espacio al cajonero para que haga un "solo de cajón".   

 

  El Cajón y el Vals Peruano

Cuando se habla de la música criolla, especialmente del vals, viene a nuestra mente el sonido maravilloso de la guitarra y el cajón que acompañan a los intérpretes. Pero, recién en la segunda mitad del siglo XX es cuando el cajón se incorpora al vals volviéndose su compañero inseparable. Antes de ello, el cajón se utilizaba en la música negra, la zamacueca, la posterior marinera y el tondero.

El cajón, al igual que otros de nuestros patrimonios, se lo estaban adjudicando en otro país donde lo venían utilizando cerca de 30 años solamente. Pero, gracias a una campaña emprendida por la percusionista María del Carmen Dongo, se logró que el 2 de agosto de 2001 el Instituto Nacional de Cultura del Perú, mediante Resolución Directoral Nacional Nº 798, declarara al Cajón Peruano como Patrimonio Cultural de la Nación.

Según algunos investigadores de nuestro folklore costeño, hay datos documentados de la existencia del cajón en el Perú desde la segunda mitad del siglo XIX. Pero cabe señalar que hay una pintura del gran
pintor piurano Ignacio Merino, "Jarana en Chorrillos" (1840), en la cual se puede apreciar a un negro sentado y percutiendo con las dos manos una especie de cajón.


El cajón formaba parte del acompañamiento en la zamacueca y de ello dejó constancia Manuel Atanasio Fuentes en su libro "Lima. Apuntes históricos, descriptivos, estadísticos y de costumbres", París 1866
(en francés), 1867 (en castellano). Fuentes señala lo siguiente: "(...) Hemos dicho que el baile de Amancaes es la 'zamacueca' a cuyos instrumentos se agrega una especie de tambor, la orquesta para ser baile se compone de arpa y guitarra, pero el ritmo hecho regularmente de un cajón cuyas tablas se desclavan para
que el golpe sea más sonoro. Tócase con las manos o con dos pedazos de caña, y es difícil formarse idea de la pericia y oído con que el negro que toca el cajón sigue el compás de la música y anima a los
bailarines. Como este instrumento es el alma del conjunto, la plebe ha dado a la 'zamacueca' el nombre de 'polka de cajón'. "

Federico Flores y Galindo, escritor, poeta y gran intelectual del siglo XIX, en su libro "Salpicón de Costumbres Nacionales", Lima 1872, menciona al cajón en dos estrofas de su poema burlesco que consta de 57 páginas y donde también se nombra a varios de nuestros postres y platos criollos que saboreamos actualmente. Aquel poema de Federico Flores y Galindo nos demuestra que la información también se
encuentra presente en forma indirecta y ello es algo que se debe tener en cuenta, como referencia, por si más adelante algún vecino se quiere apropiar de alguna de nuestras herencias criollas o culinarias.

Las dos estrofas donde Federico Flores y Galindo menciona al cajón son las siguientes:

                            El picante magnífico termina
                            Dando fiebre al estómago y cabeza,
                            El vapor de la chicha allí germina,
                            Disipando las nubes de tristeza.
                            Se sienta el guitarrista en una esquina
                            De aquella alegre y concurrida pieza,
                            A su lado el cajón de la jarana
                            Que alguno toca con plausible gana.

                            Ya se encordó la prima al instrumento
                            Y el golpe del cajón sigue al tañido,
                            La algazara retorna y el contento
                            En aquel horizonte entristecido.
                            Se levanta la joven de su asiento
                            Porque baile el galán, le hubo pedido:
                            Un círculo describe en raudo vuelo
                            Levantando el vestido y el pañuelo.


Lo que he podido notar, en el extenso poema de Federico Flores y Galindo, es que él llama "seviche" a nuestro tradicional plato criollo. Los intelectuales del siglo XIX lo escribían de esa manera, por ello el Instituto Nacional de Cultura mencionó que aquella es la ortografía correcta e histórica. ¿Cuándo fue que lo cambiamos a cebiche y/o ceviche?... me "pica" la curiosidad por saberlo.

El cajón, durante la primera mitad del siglo XX, se utilizaba solamente para la marinera, el tondero y la música negra. En las jaranas y, sobre todo, los primeros años de la música criolla en las radios, el cajoneador descansaba hasta que llegaba el turno de alguna marinera o tondero que era cuando recién intervenía. Por ello no habían muchos cajoneadores durante la primera mitad del siglo XX y los que existían se conocían muy bien.

La reconocida musicóloga, compositora e investigadora de nuestro folklore, Chalena Vásquez, menciona que el "Gancho" Víctor Arciniega fue uno de los primeros en introducir el cajón al vals. Ello fue en su artículo "El Cajón", aparecido en la edición No. 2 de "Cuadernos de Música Peruana" de Luis Justo Caballero, Lima 1995.

Augusto Azcuez, gloria del criollismo, en su artículo "De niño no me gustó el vals", aparecido en el suplemento VSD de "La República" del 23 de julio de 1982 señala lo siguiente: "El vals siempre se tocó con
guitarras acompañando al canto. El cajón se ha adaptado hace unos treinta años; pero antes eran tres guitarras y bandurria. la bandurria era un instrumento como una guitarra chica de doce cuerdas; eso le daba bastante melodía al vals. En aquella época habían buenos bandurristas: Raygada, don Justo arredondo, gran músico; justamente él le ha puesto música a valses de Abelardo Gamarra."

César Santa Cruz Gamarra en su libro "El Waltz y el Valse Criollo", Lima 1977, señala que fue Francisco Monserrate con Yolanda Vigil "La Peruana" quienes introdujeron el cajón al vals. Según César Santa Cruz, ello ocurrió a fines de la década del 50 del siglo XX cuando Yolanda Vigil actuaba en el "Embassy" y contaba con el acompañamiento, en el cajón, de Monserrate quien tenía su cajón decorado con los colores patrios. Pero, debo aclarar que César Santa Cruz Gamarra se equivoca con la fecha ya que Yolanda Vigil "La Peruana" falleció en la ciudad de Buenos Aires el 7 de setiembre de 1953 habiendo emprendido, un año antes, una gira por Caracas, La Habana y Panamá. "La Peruana" actuó en el Embassy, pero cuando junto
a Francisco Monserrate introdujeron el cajón al vals debió ocurrir a inicios de la década del 50; fecha que también lo señala Augusto Azcuez en 1982.

"La Peruana", aparte de actuar en el Embassy, también actuaba en programas de las radios América y Central donde Monserrate, por el peso de los años, dormía hasta que llegaba el turno de la marinera que lo transformaba dándole al cajón un sonido rítmico que solamente él era capaz de transmitir.  La excesiva formalidad de los programas radiales mantenían la costumbre que nadie se atrevía a romperlas. En cambio, en el Embassy, Monserrate y "La Peruana" debían mantener al público alegre y animoso por lo que Monserrate comenzó a darle fondo jaranero, con su cajón, a los valses y al público comenzó a gustarle
aquello dando su visto bueno a la improvisación del excelente cajoneador.

Un día, "La Peruana" y Monserrate deciden presentar su novedad en la radio sin decirle nada a nadie. Lo presentan en uno y otro programa, sin ninguna promoción, y sin que la audiencia se diera cuenta el cajón y el vals habían sido ligados el uno al otro para ya no desprenderse más.

Francisco Monserrate, Víctor Arciniega "Gancho" y Córdova "Pibe Piurano", los mejores cajoneadores de la época aquella, se encargarían de sentar cátedra con el cajón anexado al vals. Aunque surgió algo en lo que nadie había pensado; que al sumarse los demás artistas a la novedad, comenzó a ocurrir una gran demanda por cajoneadores que no los habían en demasía por aquella época. Pero los años nos traerían, más adelante, otros excelentes cajoneadores y ahora hay escuelas que enseñan el arte de tocar el cajón.

Dario Mejia
Melbourne, Australia

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