La danza los Shacshas de Huaraz es la más importante y característica de dicha ciudad, capital de la región Áncash como consecuencia del papel que cumple en la fiesta del Señor de la Soledad que se celebra en el mes de mayo.
La veneración al Señor de la Soledad se originó durante la colonia sustituyendo a un culto prehispánico. La cruz, como un nuevo referente religioso se instauró no solamente como resultado de la cristianización forzada, sino como respuesta adaptativa de los pobladores confinados a las reducciones de indios.
El culto está íntimamente ligado a la historia de Huaraz, constituye un parámetro de la identidad local y ha pasado por las mismas vicisitudes que la ciudad, incluyendo los terribles sismos y deslizamientos que la han destruido más de una vez. Es significativo el hecho de que la destrucción de la ciudad antigua por los sismos de 1941, 1962, 1965, 1966 y 1970 haya redundado en la pérdida de una parte de la imagen, cuyo rostro cambió debido a las reparaciones de las que fue objeto, asumiendo, por analogía, que el perfil de la ciudad tampoco volvería a ser el mismo.
Las hipótesis del origen de esta danza la relacionan con rituales ganaderos prehispánicos alrededor de los camélidos o a faenas agrícolas.
La coreografía de la danza responde a un mundo mítico conocido, haciendo referencia a determinados animales (paloma, zorzal, serpiente), actividades económicas (siembra, chaco de vicuñas) y figuras de orden cósmico (dos hileras, triángulo, cruz). Los Shacshas se muestran como figuras polivalentes, hombres con atuendos femeninos, que expresan la dualidad complementaria hombre-mujer, reuniendo, como algunos dioses andinos, los atributos de lo masculino y lo femenino; por lo que se les atribuye un vínculo con Guarí, antigua divinidad de la región